
Sábado, 26 de Abril de 2025
Fernando del Val participa en Turquía en la quinta edición del Kahramanmaras Poetry and Literature Days
El poeta vallisoletano Fernando del Val es protagonista estos días en la quinta edición del Kahramanmaras Poetry and Literature Days, un certamen literario que se celebra desde el pasado 19 de abril hasta este domingo en Kahramanmaras, conocida en Turquía como la capital de la cultura, que cada mes de abril se convierte en un punto de encuentro de creadores de todo el mundo en torno a la literatura, la música y el pensamiento. La escritora colombiana Lauren Mendinueta, compañera de Del Val en el catálogo de la editorial vallisoletana Difácil, será otra de las participantes en este foro de diálogo entre oriente y occidente, junto a autores como la nigeriana Toyin Adewale-Gabriel, el indio Sonnet Mondal y el palestino Ibrahim Nasrallah, entre otros.
Del Val participa en la tarde de hoy sábado, a partir de las 15.00 horas en el Centro Cultural Necip Fazil Kisakürek, en la mesa redonda ‘¿Qué historias cuentan el mundo? La búsqueda humana de sentido y la construcción de la realidad’, donde compartirá espacio con los escritores turcos Betül Nurata, Naime Erkovan y Necip Tosun.
Juntos, debatirán en torno a un tema inabarcable, donde Del Val defenderá la tesis de que “la poesía no construye la realidad, sino una realidad alternativa, poética”, del mismo modo que “la verdad de los libros es literaria, no factual”. Según adelanta en conversación con Ical, en un momento en el cual, con el auge de los identitarismos, “está muy de moda decir que lo que no se nombra no existe”, su intención es “separar el lenguaje de la realidad”.
“El único filósofo que unió ambos conceptos fue Schopenhauer, en ‘El mundo como voluntad y representación’, y en su siguiente libro se arrepintió y se desdijo, afirmando ya que la realidad va por un sitio y el lenguaje va por otro. Yo me puedo sentir gato, pero eso no va a hacer que yo sea un gato. Eso va a ser una ficción, no va a cambiar la realidad. O podemos maquillar unas estadísticas del orden que sea, pero esa realidad va seguir existiendo, aunque no se publique”, argumenta.
Esa idea, que tiene una evidente vertiente política, trasladada al arte vendría a subrayar la poesía como forma de conocimiento y no de expresión. “En el anhelo de cambiar la realidad hay una motivación política que no tiene por qué entrar, entiendo yo, en el arte. De hecho, una obra comprometida, para ser efectiva, se tiene que alejar de los presupuestos estéticos, porque lo que necesita es llegar al mayor número de personas”, señala antes de afirmar que esa síntesis es algo que “nunca ha salido bien”.
Como ejemplo de todo el trasfondo de su intervención, cita el inmortal poemario de Lorca ‘Poeta en Nueva York’, que puede ser entendido por algunos lectores como una denuncia del mundo contemporáneo o de la ciudad de las prisas, si bien, para Del Val, lo que prevalece entre sus versos es “una expresión poética”. “El objetivo primero de la poesía y del arte es producir placer, y eso les desvincula de cualquier objectualización”, puntualiza.
“El arte y la poesía sí pueden ofrecer consuelo y conocimiento del mundo, pero al brindar ambas cosas lo que te está haciendo es ejercitar la aceptación, que es una cosa oriental que no tiene que ver con la resignación, pero sí con no intentar cambiar el rumbo de las cosas. En definitiva, es una experiencia estética del lenguaje que, en última instancia, se crea para describir la realidad de forma indirecta por medio del símbolo y de la imagen. Pero está anclado a la realidad. No construye realidad, forma parte de la realidad, es un reflejo de ella”, asevera.
Para el Premio El Ojo Crítico de Poesía de RNE, esa circunstancia está estrechamente vinculada con una sensación que atenaza a cualquier escritor, la certeza de la imposibilidad de trasladar al papel con precisión cuanto lo que bulle en su cabeza. “Pueden brotar fruto de la revelación palabras que luego se demuestren, hasta cierto punto, insuficientes”, asegura antes de subrayar que “en la tarea de corrección siempre se ve que hay un salto muy grande entre la idea y su plasmación”.
Literatura importante por sí misma
“Si la poesía o el arte sirvieran para crear realidad, esa imposibilidad no sería tal. Producirían no un placer estético, sino un placer por la realización, por la construcción de mundos, pero son mundos ficticios, que no sirven para nada. Yo me adscribo a la corriente que dice que la literatura es inútil porque no sirve para nada, no es factual, y ahí radica lo mejor a lo que pueda aspirar, ya que eso conlleva que es importante por sí misma, no por lo que signifique. Sucede como con la buena pintura, donde un cuadro tiene que significar por sí mismo; en cuanto le estamos dando una interpretación, el valor que se le está queriendo dar es para la interpretación, no para la obra”, argumenta.
Del Val reconoce que se trata de ideas “porosas” y “muy discutibles”, sobre las que se puede debatir en profundidad, si bien recalca que, a su juicio, “si una expresión necesita estar ligada a una interpretación”, de forma inmediata pasa a estar “devaluada”, ya que transita “del ámbito de la emoción al ámbito del conocimiento, pero no de un conocimiento ligado al mundo y a la realidad, sino a una interpretación”.
“Lo bueno es no saber qué quieren decir las cosas, el punto ciego de la literatura. En las obras eternas reina la ambigüedad. ¿Qué es ‘El Quijote’? ¿Un libro sobre el honor, sobre el amor, sobre los viajes, sobre el deseo, sobre los libros caballerías, sobre la locura...? Si un libro es 17 cosas, en realidad no es ninguna. Esa es su fortaleza. Por el contrario, están las obras sociales o comprometidas, que dejan muy claro y te deletrean lo que quieren decir. Aunque estén bien hechas, son papilla para bebés, un desdoro. La buena literatura no puede limitarse a estar bien hecha y ser correcta, sino que te tiene que arañar, tiene que tener cierta imperfección, cierto salvajismo formal”, remacha.