Concha Ortega /ICAL - Los pintores Ana Morales y Amador P. Calvet en su estudio de la localidad soriana de Mazaterón
SORIA - CULTURA
Lunes, 8 de Diciembre de 2025

Amador Clavet y Ana Morales, una vida desde Soria para el arte

Lucía Sánchez - Los artistas, que se inspiran en la naturaleza soriana, aportan al arte su mirada única llena de sensibilidad

Caminan juntos en la vida y en su carrera artística con la naturaleza como aliada. Cada uno con su estilo personal propio y en ambos con una gran carga lírica. Sus obras transmiten paz y son capaces de emocionar al espectador, que tiene la suerte de contemplar esos paisajes que invitan al silencio y a contemplar la vida desde la sobriedad y el lirismo que exuda Castilla.

Amador Clavet y Ana Morales crean arte, desde hace décadas, desde la pequeña localidad soriana de Mazaterón. Ambos se conocieron en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y tras vivir en la ciudad durante los primeros años de su trayectoria artística decidieron apostar por Soria porque era más fácil compaginar la vida laboral con su pasión por el arte.

La inmensidad del paisaje castellano fue lo que conmovió a Amador Clavet a querer trasladarse a Soria. Su obra denota la mirada mediterránea a los campos de Castilla, que otrora también cantara Antonio Machado. 
El artista, que ejerció de profesor de Dibujo Técnico en el Instituto Castilla de la capital soriana, confiesa que siempre le resultaron atractivas las imágenes bucólicas de los pueblos, es más, miraba una y otra vez las fotografías que aparecían en los libros de Literatura que adornaban los poemas de los clásicos españoles con imágenes del mundo rural.

Tras cursar sus estudios en la Universidad de Bellas Artes de Barcelona, en un primer momento estuvo interesado por la abstracción geométrica, el suprematismo y el arte cinético y conceptual pero luego se quedó fascinado con la obra de Díaz Caneja.

“Cuando cursábamos la carrera visitamos un museo en La Haya en el que estaban todos los suprematistas importantes y nos impulsó a apuntarnos a esta corriente. Pero poco después, en 1979,  hicimos un viaje a Madrid, recién había acabado la mili, y visitamos el Museo Español de Arte Contemporáneo y descubrí a los artistas castellanos y a la Escuela de Madrid. Contemple obra de Díaz Caneja, del extremeño Godofredo Ortega Muñoz y de Esteban Vicente que me llamaron mucho la atención, sobre todo, me gusto la obra del palentino”, confiesa a Ical.

Esto le impulsó a pedir a Ana que le llevara a su pueblo, Mazaterón, y allí se quedó embelesado con los campos de trigo, los encinares y los contrastes de los verdes y los amarillos. Ya en 1993 cuando Clavet había hecho varias exposiciones con temática soriana decidieron trasladarse a Soria para poder de salir a pintar al campo. Con el traslado pudo descubrir la luz y el silencio de Soria y la esencia castellana en directo. 

“Me veía solo en la inmensidad del paisaje y eso me estremecía. Me emocionaba el paisaje. A veces esa emoción se interrumpía porque venia gente a preguntar qué hacía. Algunos se sentaban conmigo y me contaban historias y también me llenaban”, detalla.

El artista compaginó a lo largo de su trayectoria artística la creación pictórica con un trabajo que le podía proporcionar ingresos fijos. Ya había aprobado las oposiciones de profesor de Secundaria en la ciudad condal y en Soria decidió impartir clases de Dibujo Técnico en el Instituto Castilla. 

Ana, mientras tanto, se dedicó a enseñar su obra en Madrid y consiguió que en un principio un par de galerías se interesaran. “Nada más llegar a Soria impartí clases en Arcos de Jalón y conocí a Pepe Arense, que era el director de la Galería Arco Romano. En ese momento tuvimos la suerte de conocer a Modest Cuixart. Me levantaba pronto y con mi cuatro latas me iba a encontrar paisajes. Un día fui a una gasolinera a por gasoil para la estufa y empezó a nevar. Me metí en el coche y me puse a pintar dentro del coche. Son experiencias que no las hubiera vivido jamás sino hubiera venido a vivir a Soria”, resalta.

El artista afirma que a pesar de ser consciente de que no era nada nuevo pintar el paisaje castellano para él sí lo era y, por eso, puso todos los conocimientos conceptuales aprendidos a su servicio. De este modo, el artista ha creado infinidad de obras siempre ahondando y sintiendo la tierra machadiana y las ha expuesto por gran parte del país.

Ahora desde el retiro de la jubilación y con todo su tiempo para el arte, Clavet practica otro tipo de pintura de investigación o metafísica que le ayuda a encontrarse consigo mismo. “He sentido la necesidad de empezar a trabajar otras cosas y ver hasta dónde soy capaz de llegar. Nos gustan mucho los museos y en todos nuestros viajes vemos obra de otros artistas y decidí llevar a cabo imágenes de esa experiencia vital. Empezamos a hacer fotos de esa experiencia y ahora son mis paisajes. Recojo la coincidencia con otras personas. He creado retratos de personas de perfil que observan un cuadro que invitan al espectador a conocer la obra del artista que miran”, detalla.

Exposición de Acor en Las Francesas

Ana Morales sabía que hablar de otros artistas era más fácil que hablar de la suya propia y, por ello, durante toda su trayectoria se ha dedicado a “mover” la obra de su pareja, “un pintor”, dice, que daba clases pero que “era más artista que otra cosa”.

El duro trabajo de vender a galeristas la obra de Clavet la compaginó con la creación de sus cuadros, que destilan lírica y son capaces de transmitir al espectador paz y sosiego. “En Barcelona trabajé en Editorial Planeta pero este trabajo y el de Amador no nos dejaban vivir el sentido de la pintura. Soria, sin embargo, nos proporcionó tener más tiempo y tener a la naturaleza a la puerta de casa”, indica.

Desde la abstracción lírica y con toques de la pintura japonesa de sumi-e, Ana Morales ha participado en numerosas exposiciones colectivas. Actualmente participa en la muestra ‘Los Colores de Machado’ del Gaya Nuño en Soria y próximamente hará lo propio en Valladolid donde exhibirá su obra ‘Encina’ en la sala Las Francesas de la mano de la cooperativa Acor.

“Yo soy más expresionista lírica; parto de la mancha para crear la forma, a partir de pasear por la naturaleza y de las sensaciones que me genera. Cuando trabajo tengo un diálogo conmigo que se escapa de la figuración y de las sensaciones que tengo ante la naturaleza. Hay un momento en el que cuadro te exige unas formas y manchas y te habla. Yo me quedo en la armonía del color y de las formas”, describe para apuntar que “sueña en el proceso del trabajo y establece un diálogo con la obra desde emoción que le causa la misma".

Ana asegura sentirse libre para crear y confiesa que el arte es su forma de vida. Ambos pasan muchísimas horas en el estudio de Mazaterón. Tal es su vocación por el arte que viajan y viven conforme a ella. Confiesa que no es una obsesión pero sí una necesidad. “El mundo del arte te tiene que atrapar”, puntualiza.