David Arranz /ICAL - Paco Gómez posa con su libro junto a la estatua de Santa Teresa de Jesús ubicada frente a la casa convento en la que residió
SALAMANCA - CULTURA
Domingo, 16 de Noviembre de 2025

Paco Gómez: “Teresa fue una especie de Rosalía de su tiempo”

Javier A. Muñiz - El periodista y escritor salmantino propone en el libro ‘Tras las huellas de Teresa’ un recorrido a través de las 14 ciudades por las que la santa andariega no solo guio sus pasos, sino que fundó conventos, varias de ellas en Castilla y León

El periodista salmantino Francisco Gómez Bueno, más conocido como Paco Gómez en el mundillo de los medios de comunicación de Castilla y León, redactor de informativos de La 8, debuta como escritor por encargo de la Red de Ciudades Teresianas – Huellas de Teresa. La misión no es sencilla: rastrear las huellas de Santa Teresa de Jesús. Esto implica, en su forma de entender una apropiada labor de investigación con base periodística, pisar el suelo que ella pisó para escudriñar cada uno de sus pasos, palpar su legado y empaparse sobre el terreno de su impronta indeleble al paso de las centurias. A partir de ahí, afrontar la profunda reflexión necesaria para interpretar su dimensión mística, descubrir nuevas aristas del personaje y envolver todo ello en las palabras adecuadas para que sea el lector quien pueda trascender. El libro ‘Tras las huellas de Teresa’, editado por PPC Editorial y presentado esta semana en la Feria Internacional de Turismo de Interior (Intur), propone un recorrido cultural, artístico y espiritual por las 14 ciudades vinculadas a Santa Teresa de Jesús, por las que no solo guio sus pasos, sino que fundó conventos, varias de ellas en Castilla y León. El libro, que se presenta en una primera edición de 1.500 ejemplares, está ilustrado por Gerardo de la Fuente López.

Tras haberlas seguido con sus propios pies, ¿cómo diría que son de profundas las huellas de Teresa allí donde pisó?

Estamos ante un personaje de una dimensión absolutamente fuera de lo normal. Eso se nota en los lugares por los que pasó, pero también en otros rincones donde bien a través de sus obras o bien de los continuadores de su reforma llegó ese mensaje potentísimo de una mujer que no quiso conformarse con las trabas de su tiempo y a la que su profunda espiritualidad hizo radicalmente libre. Por eso se la admiró en vida, hay relatos recogidos en los procesos de beatificación o canonización que hablan de cómo tenía casi que esconderse en determinados momentos ante la pasión desbordada que sentían por ella personas de todas clases sociales, y se la ha admirado a lo largo del tiempo. No es tan habitual que un nombre del siglo XVI haya sido relevante durante quinientos años de forma ininterrumpida.

Un libro de viajes, pero no de turismo. ¿Qué puede llevar al lector a desplazarse, efectivamente, tras las huellas de Teresa?

Es un recorrido por buena parte de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Región de Murcia y Andalucía, lo que de por sí siempre merece la pena. Luego, profundizando, es emocionante ver cómo en algunas de las localidades teresianas de menor tamaño Teresa de Jesús está presente prácticamente en su día a día. Me impactó mucho el apego hacia ella en Beas de Segura o en Villanueva de la Jara, por ejemplo. En el otro lado, es curioso que ciudades que tienen tanto por mostrar al viajero como Sevilla, Toledo, Segovia, Ávila o la propia Salamanca se puedan recorrer bajo una óptica teresiana. Qué sitios permanecen de la época de la Santa, con quién entabló contacto, qué legado dejó. En el libro he jugado a unir permanentemente unos lugares con otros, porque mientras estaba en una fundación se carteaba continuamente con las otras, se la reclamaba para que acudiera a resolver tal o cual problema, de un convento salían monjas que conformaban la siguiente casa. En fin, es un libro de viajes y un libro de aventuras también.

¿Qué aprendió de nuevo sobre la figura de la santa andariega en este viaje tan lejano en el tiempo y, en cierto modo, también en el espacio?

A riesgo de ser repetitivo, quizá lo que más me ha impactado es cómo ha penetrado la memoria de Teresa de Jesús a través de generaciones y generaciones. Yo ya había leído sus libros y conocía su pensamiento, pero es especialmente intenso recorrer los lugares en los que se fueron fraguando esas ideas poderosas, sorteando dificultades, que tuvo y muchas. También he podido conocer muchas curiosidades. Fíjese, toda mi vida desde niño yendo a Valladolid y no conocía que el barrio de la Rondilla en realidad es la Rondilla de Santa Teresa, por las madres carmelitas. Uno supone que Ávila está llena de huellas teresianas, pero quizá no hasta el punto que se descubre a poco que se rasque la superficie. También me ha cautivado cómo reflejan su cariño a la Santa en Malagón, que hasta a su equipo de fútbol le han puesto Atlético Teresiano.

¿En cuál de estos lugares diría que pudo alcanzar su plenitud?

Si fuéramos a la literalidad de sus escritos, seguramente habría que decir que en San José de Ávila, su primer convento y donde repite que pasó los mejores años de su vida con la primera comunidad de descalzas antes de continuar con su tarea fundacional. Esto hace más admirable su labor, ya que Teresa, que se hubiera podido sentir plena con ese conventito, enseguida siente que el mensaje que tiene que dar al mundo es demasiado fuerte como para dejarlo encerrado en esas paredes y es capaz de convencer a las voluntades más férreas y tirar los muros más elevados para llevarlo a cabo. Así funda los otros dieciséis conventos, de algunos más convencida que de otros, pero siempre guiada por ese deseo de expandir una reforma que ella considera un regalo que tiene la obligación de compartir. Así conocerá lugares muy variados y en muchos cabe pensar que fue razonablemente feliz, como Toledo. Es su quinta fundación y siempre hacía el juego de palabras de llamarla “mi quinta de recreo”, porque tuvo una particular conexión con la ciudad y especialmente con su clima, algo que en una persona tan maltratada por los problemas de salud no era un asunto menor. Allí se dieron además las condiciones para comenzar a escribir ‘Las moradas’ que es una cumbre de la mística.

Por el contrario, ¿en cuál cree que puso atravesar sus momentos de zozobra?

Pues siguiendo el hilo del clima, pudo ser Sevilla, donde ella misma asegura que se vio más pusilánime que nunca. Aquella Sevilla formidable del siglo XVI tuvo que ser un choque brutal en la mentalidad de una monja castellana, pero salió adelante, siempre salía adelante. Allí se las tuvo que ver con la Inquisición, que es cuestión de poca broma. Otras veces fueron obispos caprichosos, como el de Burgos, los que la tuvieron en vilo. O los poderosos. Aquí tiene un capítulo aparte la princesa de Éboli y la fundación de Pastrana, la única que deshizo, harta de esta señora tan fascinante, pero parece que tan insoportable.

Santa Teresa de Jesús lleva todo el año de actualidad, ¿qué destaca de la exposición pública de los restos mortales para su veneración en Alba de Tormes?

El capítulo dedicado a Alba está tejido como todos alternando el relato que hace la propia Teresa de su fundación con lo que yo me he ido encontrando en el presente, edificios y gentes. En Alba, la escritura me coincidió con dos momentos muy interesantes: la presentación del estudio forense sobre cómo pudo ser el verdadero rostro de la Santa y la apertura por tercera vez en la historia de su sepulcro para pública veneración. Estuve muchas horas allí y tengo la suerte de dejar hablar a los albenses que expresan muy bien cuál es el sentido de contemplar esos restos más allá de la pura materialidad. Esos días Alba fue más que nunca el centro del universo teresiano y era conmovedor ver cómo acudían personas de todos los rincones del mundo. Supongo, como se dijo, que había cierta tentación del morbo en algunas personas de ver una suerte de momificación natural que no sé si explica la ciencia, pero creo que esa no fue la motivación principal para miles de personas.

¿Qué hay de valioso en Santa Teresa de Jesús más allá de la fe para quien no es creyente?

Todas sus aventuras, problemas, pensamientos, audacias no pueden abordarse olvidando nunca que Teresa hizo lo que hizo por un profundo amor a Jesús. Esa dimensión es imprescindible, pero claro que hay otras maneras de leer al personaje. En primer lugar, como escritora. Es fray Luis de León el primero que edita sus obras desde Salamanca poco después de su fallecimiento y el mundo descubre un pensamiento único y una prosa tersa y cautivadora. Unamuno repite en varios momentos el valor de una mujer que era capaz de hablar como si estuviera escribiendo y al revés. De ella dice que vale por cualquier ‘Crítica de la razón’. Por supuesto es muy seductor hoy un enfoque feminista. Teresa vive en un mundo de hombres y para hombres y no se deja amilanar. Reclama el valor de las mujeres, critica a esos hombres de los que dice que no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. De hecho, es curioso que ese calificativo que hoy está tan asumido para ella como santa andariega procede de una crítica, cuando se dijo que era tres cosas muy malas: mujer, inquieta y andariega. La paradoja es que eso haya cobrado valor positivo.

¿Necesita esta sociedad asistir a un éxtasis divino?

La cuestión de los sucesos inexplicables de la vida de Teresa ha sobrevolado todo el libro. Todos los relatos de fundaciones y, más aún, todas las declaraciones de testigos están llenas de episodios que podríamos denominar sobrenaturales. Ha sido una cuestión de reflexión para mí. Creo que todas esas cosas no son lo esencial de Teresa, pero al mismo tiempo he recogido algunas, porque evidentemente también sirven para hacer un fresco de su época y sobre todo del ambiente de sus conventos y de los lazos fortísimos que tejía con aquellas descalzas. Yo no sé si mientras estaba en Segovia en un éxtasis fue capaz de ver lo que estaba ocurriendo en ese momento en el convento de Salamanca y que estaba muriendo una hermana a la que consoló en sus últimos instantes, o si cuando comulgaba a veces tenía que aferrarse a la reja para no levitar. Lo cierto es que había muchas personas que lo creían firmemente y lo dejaron por escrito o lo declararon jurándolo por su vida y eso más allá de lo que se piense, sirve para acercarse a su tiempo. Evidentemente, todo esto ha sido material muy apetecible por los artistas, que es otra de las facetas muy interesantes de Teresa.

¿Es una santa muy ‘fotogénica’?

Desde luego es una de las más representadas. Curiosamente en vida solo se hizo un retrato, el de fray Juan de la Miseria que está en Sevilla, poco favorecedor, pero después es una de las santas más representadas y que más ha cautivado a artistas geniales, comenzando por Gregorio Fernández. Esa es una de las partes de escritura del libro que más he disfrutado sin duda. Seguir la pista de todo el arte que envuelve las huellas teresianas y poder hablar sobre ello con creadores tan fuera de serie como Francisco Romero Zafra, autor de una maravillosa Transverberación.

Si la religión está recuperando predicamento entre la juventud, ¿cómo puede contribuir la figura de Santa Teresa a consolidar esta corriente?

Esta pregunta me llevaría a decir que Teresa fue una especie de Rosalía de su tiempo, lo que no sé si es muy ortodoxo. Aunque es verdad que comparte el hecho de salirse absolutamente del renglón y no tener miedo a hablar de una espiritualidad muy particular sin temor a no ser bien entendida. En el capítulo de Salamanca digo que Teresa de Jesús es ese girasol que de repente se desconecta del resto y en vez de moverse tras los rayos como todos sigue su propio ritmo. Solo que ella además enseñó cómo seguir sus pasos porque fue una enorme maestra de oración. Y lo hizo muy bellamente. A lo mejor sí es un poco Rosalía.

Es posible leerle, como columnista, en la prensa local, ¿el futuro del periodista Paco Gómez también se escribe en nuevos libros?

Escribir ‘Tras las huellas de Teresa’ ha sido un regalo inesperado, gracias a Juan Borrego, que me trasladó el encargo de la red de ciudades teresianas. Lo he disfrutado muchísimo. Ojalá haya alguien tan loco como para encargarme otro.