ICAL - Exposición “De Roma a las Tres Culturas: El Legado Musical en la Península Ibérica” que se puede visitar en la Villa Romana La Olmeda. En la imagen Ángel y Marimar Pozo posan con uno de los instrumentos.
PALENCIA - CULTURA
Sábado, 13 de Septiembre de 2025

Un viaje musical en La Olmeda a través de siglos de historia

Jesús García-Prieto - En la Villa Romana, la colección de instrumentos históricos de la familia Pozo Velasco conecta el pasado romano con la música medieval, sefardí y tradicional, que preserva un legado cultural único

Adentrarse en la Villa Romana La Olmeda, situada en la apacible localidad de Pedrosa de la Vega, en Palencia, es mucho más que una visita arqueológica: es una experiencia inmersiva que transporta al visitante a través de los siglos, hasta el corazón palpitante de la Hispania romana. Este yacimiento, acoge desde el pasado mes de agosto y hasta el próximo 31 de octubre un legado que tiene que ver mucho con la música. Aquí, la familia Pozo Velasco despliega su pasión por la música antigua a través de una exposición temporal que no solo muestra instrumentos históricos, sino que los hace sonar, devolviéndoles vida. 

El proyecto, apoyado por la Diputación de Palencia, es mucho más que una muestra: es una experiencia cultural y educativa que conecta la música de la Hispania romana con las melodías medievales, sefardíes y tradicionales que han forjado la identidad ibérica.

La minuciosa labor de esta familia palentina comenzó en los años 80, cuando Julio Pozo y Mari Velasco, movidos por una curiosidad insaciable, emprendieron una búsqueda incansable de instrumentos olvidados. Recorrieron desvanes, anticuarios, rastros y subastas, investigando también en la iconografía del arte para desentrañar cualquier pista sobre la sonoridad del pasado. Su legado, ahora en manos de sus hijos Marimar y Ángel Pozo, ha evolucionado hasta convertirse en un proyecto profesional a través de la empresa Enraigo, que organiza conciertos didácticos y exposiciones vivas como ‘Viajando con los instrumentos’, ‘La música sefardí en la diáspora’ o ‘De Roma a las Tres Culturas’. Estas iniciativas no solo preservan un patrimonio inmaterial, sino que lo acercan al público de una manera vibrante y accesible.

La exposición en la Villa Romana La Olmeda, titulada ‘De Roma a las Tres Culturas’, es un reflejo del trabajo de toda una vida. “Este es el primer año que hacemos esta exposición. Es una colección familiar que empezaron nuestros padres y que ahora nosotros, de forma profesional, intentamos llevar por diferentes lugares de España”, explica Marimar Pozo Velasco.

 La muestra, que incluye una selección de 40 instrumentos, conecta los sonidos de la antigüedad romana con los de las tres culturas que convivieron en la península ibérica: cristiana, musulmana y judía. Este diálogo histórico se materializa en una experiencia única, donde los visitantes no solo observan los instrumentos, sino que los escuchan en conferencias y microconciertos que los hermanos Pozo ofrecen una vez al mes.

La elección de La Olmeda no es casual. Este yacimiento arqueológico, con sus mosaicos y vestigios romanos, ofrece un marco incomparable para evocar los sonidos que pudieron resonar en la Hispania de hace siglos. “Se nos ocurrió esa unión de Roma a las tres culturas peninsulares, que es tanta en diferentes ámbitos, y en el ámbito de la música no iba a ser menos”, señala Marimar. 

La exposición traza un puente entre el pasado romano y las tradiciones medievales, mostrando cómo instrumentos como el pandero o el ‘bendir’, que aún perviven en la música tradicional española, tienen raíces en el tímpano romano.

La labor de la familia Pozo Velasco no se limita a coleccionar. Construir y restaurar estos instrumentos es un desafío que combina artesanía, investigación y fidelidad histórica. “Muchas veces recurrimos a la iconografía, porque la madera es perecedera. Nos basamos en códices miniados, como los de Alfonso X el Sabio, para construir o restaurar los instrumentos, manteniendo siempre criterios históricos”, explica Ángel Pozo. Este proceso meticuloso asegura que cada pieza no solo sea un objeto decorativo, sino un vehículo para revivir los sonidos del pasado.

Entre los instrumentos expuestos, el ‘oud’ árabe destaca como un símbolo del legado musical ibérico. “Es un laúd que alcanzó su apogeo en las escuelas de zéjel de Córdoba, donde se fundó el primer conservatorio de música de la Península. Allí se desarrolló el género de las ‘nubas’, que incluso influyó en el himno de España a través del himno de Granaderos”, cuenta Ángel con entusiasmo. Este instrumento, cuyo nombre significa “madera” en árabe, ilustra la profunda interconexión cultural entre los pueblos que habitaron la península, un mensaje que la familia Pozo Velasco busca transmitir al público.

La exposición no se limita a mostrar objetos estáticos. Durante las visitas guiadas, los hermanos Pozo interpretan pequeñas piezas musicales, como cantos mozárabes, que conectan directamente con la herencia romana. “El canto mozárabe, por ejemplo, era practicado por cristianos en tierras musulmanas, pero tiene raíces en el canto romano. Es una muestra de cómo las culturas se entrelazan”, explica Marimar. Estas interpretaciones no solo educan, sino que emocionan, permitiendo al público experimentar timbres y melodías que, sorprendentemente, no resultan tan ajenos a los sonidos actuales.

La familia Pozo Velasco no solo se dedica a la conservación de instrumentos; también lleva estas melodías al escenario a través de sus agrupaciones musicales: Amalgama Folk, Terra Sigilata y Fusión y Cuenta Nueva. Estas formaciones, nacidas en Palencia, interpretan un repertorio que abarca desde la música tradicional ibérica hasta piezas sefardíes, medievales y de otras culturas del mundo. “Nos gusta que los instrumentos no sean solo piezas de museo, sino que se escuchen en nuestros conciertos. Ese es su verdadero propósito”, afirma Ángel.

El trabajo de investigación de la familia ha dado frutos sorprendentes. En sus recorridos por pueblos de Palencia y más allá, han descubierto melodías sefardíes, como ‘La Galánica’ o ‘El Romance de la Mora Cautiva’, que se conservan tanto en la tradición local como en comunidades de la diáspora en Grecia o Turquía. “Es fascinante encontrar estas conexiones. Son canciones que se han transmitido de generación en generación, desde antes del siglo XV, y que aún están vivas”, cuenta Marimar. Estas revelaciones refuerzan la importancia de preservar la música tradicional como una pieza clave de la identidad cultural.

El público que visita La Olmeda ha recibido la exposición con entusiasmo. “La gente se sorprende con los timbres, las historias y la música. Es una forma de acercar estas tradiciones a un público general, no solo a musicólogos”, dice Ángel. Las visitas guiadas, que combinan explicaciones didácticas con interpretaciones en vivo, logran un equilibrio perfecto entre educación y experiencia sensorial. Los asistentes no solo aprenden sobre la construcción de los instrumentos o su contexto histórico, sino que sienten la vibración de las cuerdas y la resonancia de los tambores, conectando con un pasado que sigue vivo.

Un compromiso con la preservación cultural

La familia Pozo Velasco es consciente de la importancia de su labor. “La música tradicional, con sus raíces medievales y romanas, es una pieza fundamental de nuestra identidad. Descuidarla sería como perder parte de lo que somos”, reflexiona Marimar. A través de Enraigo, los hermanos no solo organizan exposiciones, sino que también producen discos y conciertos que llevan el folk palentino más allá de las fronteras provinciales. “Compaginamos las visitas guiadas con nuestros conciertos y ensayos. Al dedicarnos plenamente a la música, podemos gestionar todos estos proyectos”, explica Marimar.

Aunque la idea de digitalizar los sonidos de los instrumentos está en el horizonte, la prioridad de la familia es llevar estas experiencias al público de manera presencial. “Queremos que la gente no solo escuche un archivo sonoro, sino que vea, sienta y conozca las historias detrás de estos instrumentos”, dice Ángel. Esta filosofía se refleja en sus conciertos didácticos, donde los espectadores no solo disfrutan de la música, sino que aprenden sobre su origen y significado.

El trabajo de la familia Pozo Velasco es un testimonio de cómo la pasión y el compromiso pueden preservar un patrimonio cultural invaluable. Desde los desvanes polvorientos donde Julio y Mari comenzaron su búsqueda hasta las vitrinas de La Olmeda, donde Marimar y Ángel dan vida a los sonidos del pasado, esta familia ha tejido un puente entre épocas y culturas. Su exposición no es solo una muestra de instrumentos; es una invitación a redescubrir la riqueza de la música ibérica y su capacidad para unir a las personas a través del tiempo.

Gracias al apoyo de la Diputación de Palencia, este proyecto permite que públicos de todas las edades se acerquen a su herencia musical. “Tenemos tantas cosas que desconocemos y no sabemos de dónde vienen… Conocer el porqué de todo es lo que nos nutre”, concluye Marimar. En cada cuerda pulsada, en cada melodía rescatada, la familia Pozo Velasco recuerda al mundo que la música no solo cuenta historias: es la historia misma, viva y resonante.